En Navidad se respira un aire de fiesta, como símbolo de amor, unión y fraternidad, y aún más al recordar al niño que siendo rico nació pobre, y ponerlo allí en un pesebre. Pesebre que irradia su luz de amor y caridad, en un centro de campanas tintilantes !que tierno nos volvemos en torno a el! y hasta se nos cae alguna lágrima pensando en aquellos que son pobres, !que lejos y tan serca están! tan serca que parecen robarnos un pedazo de pan y tan lejos que pasamos a su lado casi sin verlos, sin que sean parte de nuestro mundo. Y más allá se agitan como hebrios aquellos que aprobechan la ocasión de sacar partido de la cosa, sin más Navidad que una loca obseción por aumentar sus bienes, sumando riquezas sobre riquezas aún a costa del más necesitado, sin pensar en que algunos no tendrán más Navidad; que el gusto seco o amargo de un pan duro.
