sábado, 17 de octubre de 2020

 La historia me absolvió

Los dichos de la señora retumba en los recintos, "La historia me absolvió" cuarenta por ciento de pobres no parece ser un número que le preocupe a dicha doña, considerando que el voto de tanta gente que vive por debajo de la línea de pobreza la haya absuelto.

Miserablemente amparada detrás de los menos afortunados, como quien quiere cubrir sus pies con la manta corta de un desafortunado en condición de calle. Quizás la estire para tapar las inmundicias de sus pies aunque el callejero sienta frío. Así ella pretende cubrir sus faltas con el voto de quien solo depositó su sufragio en la urna por comida. Sin importar sus faltas, solo deseando un bien, cualquier bien, cualquier ayuda por poca que esta sea. Un plan social, un merendero donde sus hijos encuentren un baso de leche caliente.

La historia me absolvió fue el análisis un tanto apresurado y mezquino, que solo la posiciona en el crudo desenlace de sus causas, atribuyendo a los necesitados de la patria ese poder, como si todos entendieran los vericuetos de las leyes para ser árbitros de su destino.  

Solo querían comer, como la corta manta del friolento. El apetito también es engañoso como el frío, y el hambre nubla la razón, pues siempre se vuelve a tropezar con el mismo pedazo de pan duro. La necesidad no entiende de fueros, pero ella sigue tironeando la manta del friolento.

Sin embargo odia, aborrece la otra clase y la tilda de grieta, pero no la odia porque sea efectivamente una grieta, sino porque a esa gente no la puede engañar tan fácilmente. Pero en la vida real no existe dicha grieta, los habitantes de esta bendita tierra conviven y realizan sus negocios y transacciones en completa armonía.

Así y todo, aunque en los argumentos de su fabulación ella sostiene que la historia no la condena porque le alcanzaron los votos de quienes más necesitan la asistencia del estado. Le duele que la gente piense y le grite en la cara su locura y desvarío y otra vez se aferra a su argumento: "La historia me absolvió" Aunque poco le importe la suerte de tan preciado botín, de quienes en un intento de cambiar su suerte le arrimaron sus comicios. La manta sigue siendo corta, la señora "se salvó" y el hambre sigue rondando las calles de sus votantes.

Carlos Polleé