sábado, 20 de julio de 2013

Enfermedad presidencial

En los últimos años de Argentina, hay una enfermedad que a los políticos los ataca una vez que asumen el poder, se llama adicción al sillón (presidencial, por supuesto) O a la chequera, o fobia a la cárcel.

En realidad no se sabe muy bien pero es algo muy contagioso, seguramente que la razón se debe a la facilidad que tienen los gobernantes argentinos para manipular dinero sin ningún tipo de control.

El fenómeno quizás se deba a que como dice un antiguo dicho: "La ocasión hace al ladrón" Ver tanta plata ahí, tanta facilidad para hacerse de unos miles o millones de dólares. Es como nadar en un mar de chocolate y no hacer siquiera la prueba de guardarse algunas barritas en el bolsillo. (Para los amantes del chocolate)

Ante tanta tentación, la persona que no esta preparada se enferma, le agarra una especie de síndrome del poder, es como el chico que le prestan un juguete caro y después no lo quiere soltar, se pone caprichoso, recontra caprichoso,llora y llora. Solamente que los gobernantes son "gente grande" CHE.

¡Claro! Tanta cámara, tanto micrófono, Cadena Nacional, multitudes, aplausos, palmaditas en la espalda, jeje. La voz de la autoridad que se escucha por todo el país, ¿Como se puede vivir sin todo eso por Dios?

Bajar las escalinatas y volver a ser un ciudadano común, pero no tan común, hay que tener cara de cera, como Menem, orejas de acero para que no se derritan con el calor, porque una vez que salen del poder, te llueven las críticas, las burlas y todos los trapitos salen al sol.

Bueno, eso es la pena mínima, porque la otra, la de las rejas, jaja, es solo una quimera ciudadana, una metáfora, pues como dice el dicho: "El que roba siendo presidente tiene cien años de perdón" Bah, no dice eso pero da lo mismo, no se dice pero se hace que es mucho más grave.

Para detectar esa enfermedad es muy fácil, no hace falta ningún especialista, cuando el gobernante empieza a querer cambiar las leyes, y las reglas del juego, es porque tiene el virus. Al tiempo si se lo nota muy caprichoso y pierde el sentido de gobernar para la gente y solo manda al Congreso de la Nación leyes que le benefician, es porque el virus esta muy avanzado.

Por último, si se pelea con todo el mundo, pierde los estribos, se le desfigura el rostro cuando habla, dice las cosas imperiosamente, como si se tratara de Nabucodonosor, es porque ya esta para internar.

Ahora, si se compara así
mismo con los Faraones, ni hablar.