domingo, 12 de febrero de 2012

La peor inmundicia humana, la trata


Comparable con los delitos de lesa humanidad, porque en esto existe connivencia entre la política, el poder, y la justicia, y la mano ejecutante es la misma policía. Sin embargo, en un país "libre y democrático" y que hace alardes de los "derechos humanos" les importa un bledo el sufrimiento de las jóvenes secuestradas, drogadas y convertidas en prostitutas en contra de su voluntad, desaparecidas y asesinadas.

En este país de la única manera en que te hagan justicia, es haber militado en el grupo llamado "montoneros" después de eso, para de contar. Tenemos una presidenta mujer y les importa un carajo lo que les pasa a las mujeres secuestradas, violadas, y asesinadas por esa manga de hijos de puta.

Si el poder político que domina el país se pusiera de acuerdo y así como persigue a los medios de comunicación, persiguiera a esa mierda humana que se dedican a la trata de mujeres, esto ya se habría terminado.

No existe libertad en un país que pasan estas cosas, la corrupción política, el abuso y la impunidad es propia de los pueblos esclavos, mientras a la gente se las engaña con espejitos de colores, discursos bonitos, palabras aduladoras y mentiras.

Lamento que muchos artistas de nuestro país apoyen a este gobierno que es una gran mentira.

A continuación paso a transcribir una nota del diario Clarín sobre la trata, y el caso de Marita Verón con testimonios desgarradores:

Drogada, con la mirada perdida, aislada y sin poder hablar con nadie. En ropa interior negra, al aire la cicatriz de la cesárea de su hija Micaela. A veces llorando sin parar. Triste, siempre. Ojerosa y con el cutis marchito. Así vieron a Marita Verón una decena de jóvenes en prostíbulos de La Rioja, en su mayoría víctimas de trata como ella, otras explotadas sexualmente. Lo que no llegaron a ver, quizá pueda reconstruirse a través de los relatos de los tormentos sufridos por estas chicas, cuando aún eran adolescentes.

A los 16 años, Fátima Mansilla fue secuestrada por Alejandro González y Daniela Milhein el 23 de mayo de 2002, empastillada y llevada a la casa del ex matrimonio, en el barrio FEPUT de Tucumán. Despertó al día siguiente, en la misma habitación que Marita.

“No estaba bien, porque hablaba tartamudeando. Parecía drogada, tenía los ojos bien rojos, hinchados los párpados y grandes ojeras moradas” , declaró. Le prohibieron hablar con ella, y sólo la veía cuando salía de la pieza para bañarse.

Andrea Darrosa tenía 15 años cuando fue raptada en Misiones por Carlos Luna y El Chenga Gómez quienes, al igual que González y Milhein, están siendo juzgados por la desaparición de Marita, el 3 de abril de 2002. Andrea fue recluida en la casa de Liliana Medina (la madre de Gómez) y prostituida en el cabaret y burdel Candy, sobre la ruta 38, a la entrada de la ciudad de La Rioja. A esa casa llevó a Marita un hombre con chivita y pelo negro ondulado.

“Esa noche que llegó la vi en el Candy; era nueva y no sabía desenvolverse con los clientes; se sentaba a dos metros y no le conversaba. Al día siguiente la vieja (Medina) la mandó a la Marita con la Claudia (María Azucena) Márquez a la peluquería a teñirse el pelo de rubia y le pusieron pupilents celestes. Después la vieja Liliana me dijo que se la vendió al Chenga y no la vi más” .

A mediados de mayo ya estaba en El Desafío, otro prostíbulo encubierto cercano. Después de un mes encerrada en las celdas de arriba, la hacían bajar a la noche para, al igual que las demás chicas, consumir alcohol con los hombres y tratar de que pagaran por usarlas sexualmente.

“Yo la veía con las pupilas dilatadas, la mirada perdida, con ojeras – recordó Anahí Manassero –.

No se le veía golpes. (…) Cuando yo fui a hablar con ella me dijo que lloraba porque tenía una nena que la quería mucho y la extrañaba mucho, y allí me contó que era de Tucumán” . Manassero no olvidó que la hijita se llama Micaela.

Para julio de 2002, el cabello era rojizo y la exhibían en ropa interior negra y sandalias de acrílico. Proxenetas y explotadoras la habían renombrado Yesica, Yanet o Carolina y no permitían que hablara con otras chicas.

Para junio de 2003 la habían trasladado al Candilejas, su cabello era otra vez castaño y le decían Mariela. Tampoco la dejaban hablar con nadie. La única vez que Verónica Bustos – otra víctima – pudo acercársele “ nos dijo que tenía una hija que no estaba con ella y que también tenía un bebé actualmente. Yo sabía que tenía un ‘marido’ que la venía a buscar y la traía al lugar” . Se refería a José Fernando El Chenga Gómez. Juana Costilla, quien había sido llevada con Bustos, la notó “más delgada, más morochita y bastante arruinada” .

Andrea Romero fue llevada con engaños al Candy cuando tenía 15 años, pero fue antes confinada en la casa de Medina, quien estaba acompañada por “una chica que tenía un bebé en brazos” . Conversaron una sola vez, cuando su captora se fue a la cocina. “ Me dijo que no llore, que haga lo que ellos me decían para que no me lastimen. Me mostró una cicatriz recién cosida en la espalda y me dijo que se llamaba María de los Ángeles Verón; que tiene una hija y que es de Tucumán. Que este niño nació porque El Chenga la embarazó para que no escape; pero que sabe que sus padres la están buscando y un día va a salir de esto ”.

Las mismas chicas que la vieron, contaron que todas las veces en que los proxenetas recibían el aviso de que habría un allanamiento, Marita y otras víctimas menores de edad eran sacadas del prostíbulo donde se encontraran. Secuestrada y encarcelada en El Desafío, Blanca Vides y otras cuatro víctimas armaron un plan para escaparse, con la ayuda de un camionero que iba al burdel. El 22 de noviembre, “Marita, sabiendo que nos íbamos a escapar, se puso a escribir una carta, y mientras lo hacía, lloraba y lloraba” . Al día siguiente les dijo que creía que estaban por trasladarlas a España, y a ella también. Blanca preguntó a la cocinera, quien le respondió que sólo a Marita. El 24 de noviembre, ya no estaba.

El 26 de noviembre, las cinco chicas se escaparon en el camión. Cuenta Blanca que sus cuatro compañeras fueron “descubiertas” en un control policial, y devueltas a los tratantes. Mejor escondida, ella logró salvarse. A Gabriela Díaz le encontraron la carta de Marita y, dice Vides, la mataron.