viernes, 11 de febrero de 2011

MUBARAK


El hecho político más trascedental que puede transformar politicamente el mundo, el conflicto en Egipto, el derrocamiento de Mubarak, el "YO" Árabe, por el mismo pueblo cansado y oprimido, victima de la vejación y el despotismo de su gobernante.

Tiembla Chavez en Venezuela, nada más que los venezolanos no lo van a colgar como lo quieren hacer los árabes egipcios con Mubarak por propio pedido de él mismo, al decir; como toda respuesta al pedido de la gente por su renuncia: "No me desprenderé del país hasta mi muerte” En la plaza, después del discurso muchos lloraban de indignación y gritaban consignas advirtiendo que de ahí no se iban.

¿Es tan fuerte la ambición por el poder? ¿Es una adicción? ¿Puede un sujeto exponer al pueblo, que según él, gobierna para bien, a un derramamiento de sangre o a una guerra civil?... ¡Cuantas preguntas que quedan sin responder!

Pero muchos son los ojos que miran para Egipto con zozobra, aquellos que repiten el ejemplo de Mubarak, Fidel Castro en Cuba, que lamentablemente cumple con las palabras dichas por Mubarak: "No me desprenderé del país hasta mi muerte" Pero el otro discípulo se agazapa en el silencio haciéndose el boludo, Chavez el bolivariano.

Según Andrés Oppenheimer, Chávez en un discurso pronunció 489 veces la palabra "yo". Si a Ernesto Guevara lo apodaron "che" por repetir tanto esa palabra, podríamos llamarlo el "Yo" Chávez. ¿Cuándo el "Yo" se convertirá en Mubarak?, considerando que la conexión a internet en Venezuela es superior a la que hay en Cuba, quizás cuando el descontento por al aumento del delito, la marginalidad, inflación del 30%, la escasez de alimentos y el crecimiento económico más bajo de América latina, supere su "popularidad" comprada con petrodólares.

¿Acaso hay algo que los asemeja? La ambición de poder los hace semejantes, el deseo de perpetuarse en el gobierno crece a medida que el tiempo avanza sin que se tomen medidas al respecto, por algo en casi todas las constituciones de los países libres reza que un mandato no puede durar más de cuatro a ocho años, no es por capricho, si no porque es conocido el corazón del hombre por el mismo hombre y es sabido que todo mandato que dura más de diez años se transforma en despotismo. (Kirchner pretendían, con su mujer, gobernar 20 años en Argentina) En cambio Lula en Brasil, después de haber realizado una muy buena gestión de gobierno, con un ochenta por ciento de imagen positiva o más, dejo el país en condiciones óptimas para una transición del mandato como reza la constitución.

La actitud de Lula en Brasil es una clara demostración de un gobernante que de verdad se preocupa por su gente dejandole la libertad de elegir a sus dirigentes en democracia, como la misma palabra lo dice: gobierno del pueblo.

Ahora, cuando un gobierno traspasa el mandato del pueblo, que en democracia es soberano, claramente está usurpando el poder no permitiendole a la gente el hacer uso de sus facultades para elegir a sus representantes, por lo tanto, es lógico que la gente salga a la calle a reclamar por sus derechos que son pisoteados por líderes sin escrúpulos que hacen del mandato una devoción casi religiosa del poder.