domingo, 15 de abril de 2012

La dieta de las tres tostadas

Dieta, dieta, dieta; llegado a cierta edad empezamos hablar de dietas, en la juventud muchos de nosotros ni siquiera mencionábamos la palabra dieta. Yo era el clásico comedor de choripanes, chicharrones y todas aquellas cosas que matarían a una persona y sin embargo a mi, gracias a Dios no me hacían nada.

Pero pasados los cincuenta años comencé a experimentar un cambio importante en mi vida y no por problemas de salud, sino más bien por querer estar bien, mantenerme sano y con cierto aire de juventud.

Lo primero que se ve en los hombres mayores es el descuido de la salud, y el echo de exhibir la panza como un tesoro de guerra y no es nada más y nada menos que la incapacidad de tener conducta y dominio sobre aquellas cosas que a la larga nos hacen mal.
Siempre pensé que no se debe esperar a estar mal para empezar a cuidarse y sobre todo cuando vemos que los años se nos vienen encima y empezamos a envejecer rápidamente.

Pasados los cincuenta comencé a propiciar cambios importantísimos en mi vida, pero en este articulo (si se puede decir artículo) solamente me voy a limitar al tema de la dieta. Me sentía con kilos de más, noventa y tantos por decir así, con una altura de 1,74 metros, no era un gordo pero tampoco estaba liviano, además de tener poca elasticidad. Así que me propuse algo tan simple como quitar un poco de azúcar al mate, es decir: en vez de dos cucharaditas de azúcar, ponerle una.

Tan simple como eso, sin dietas milagrosas, ni extensos programas de alimentación, (Obviamente hablamos de una persona sana) solamente disminuir un poco de azúcar en el mate y al poco tiempo experimente una mejoría.

¿Que loco no? las ganas de estar bien ayuda, lentamente empecé a hacer elongación en mi taller, un poco de pesas intercalando entre mi trabajo, nada de ir a un gimnasio, así sencillito, todo en casa. No se como pero casi sin darme cuenta todo se transformó en una dieta involuntaria, es decir; no tenía que hacer ningún esfuerzo, simplemente al comer, terminaba una porción y antes de arrancar con la siguiente; esperaba un poco que el organismo lo digiera y ya no necesitaba atragantarme con una siguiente porción exagerada y dañina.

Durante la tarde en algunas ocasiones tomaba unos mates con algunos biscochitos o un pequeño sándwich de queso y esperar la cena.
Cuando me quise acordar; mi desayuno consistía en aquellas tres tostadas con manteca, que antaño me causaban tanta risa al leer o escuchar y no podía entender como una persona podría mantenerse con una alimentación que a mi solo me hacía cosquillas en el estómago.

Yo comía una flauta entera a la mañana con manteca, a la media mañana la seguía con un sandwich o lo que encontraba, medio día; dos platos de comida, tarde me comía un paquete de biscochito yo solo, luego antes de la cena le daba algo más, si había queso, lo comía con pan, dos flautas de pan en la cena acompañados con otros dos platos de comida. Aparte; mate todo el día con bastante azúcar.

Hoy no consumo ni la mitad de todo eso y me siento re bien, sano, atlético y se me empiezan a marcar algunos músculos en el cuerpo y todo empezó simplemente por disminuir un poco de azúcar en el mate.
Titule; la dieta de las tres tostadas porque era lo que me causaba gracia y ahora es mi desayuno y a veces menos que eso, pero lo esencial es el deseo de estar bien.