lunes, 27 de febrero de 2012

Hablan de monopolio


Recuerdo cuando viajaba a La Plata, más específicamente a Gonnet, por la Centenario, entonces tomaba el micro Plaza porque no había otro y si no debía viajar incómodamente en tren tirado en esos asientos todo construido totalmente en chapa.

El Chevallier ya no circulaba con normalidad por ese recorrido, solo me restaba hacer migas con el Plaza, de tanto en tanto sacaban coches de ese recorrido para transportar gente para alguna manifestación (Favores al poder) y a nosotros (los pasajeros) que pagábamos el pasaje para viajar en un coche cómodo, nos llevaban en simples colectivos urbanos con incómodos asientos destinados a viajes cortos por el mismo precio.

Me quejé pero se me rieron en la cara, fui a pedir al Chevallier que pasen más seguido por la zona; pero me dijeron: "Nosotros no podemos hacer nada, todo es política" Y ahora entiendo porqué, es más, lo entendí cuando Ricardo Jaime fue "procesado" 'perdón! mejor dicho: "protegido" por enriquecimiento ilícito y toda esa yerba.

Que pavada la mía, me quejaba por viajar incómodo de vez en cuando, siendo que todos los días hay millones de personas que viajan en forma infrahumana (no digo como animales porque los animales no deberían viajar)

Esto solo se podía resumir con la palabra impunidad, pero yo todavía no tomaba conciencia del alcance que tenía la cosa, era como una minúscula pieza de dominó que al fin haría estallar una bomba.

La bomba estalló con la tragedia o asesinato culposo del tren en Once, jamás pensé que todo esto estaría relacionado. Después hablan de monopolios, acusan a los diarios, como si fuese vital para la vida leer un diario u otro cuando en realidad el transporte es uno de los más miserables monopolios en Buenos Aires.

¿Quien puede decidir si viajar en tren o en colectivo? en tal o cual línea, si la única que pasa por tu trabajo es la que quieras o no deberás tomar, así venga hasta las manos de lleno.
Lo peor de todo es que esta impunidad esta relmente manchada de sangre y sangre de los trabajadores.

A continuación hay un articulo de La Nación.com que esclarece sobre la relación de los hermanos Cirigliano, TBA, el gobierno, Menem, Kirchner, El Plaza, Jaime etc.etc.

Una línea con subsidios millonarios

TBA, el grupo de los hermanos Cirigliano, es uno de los principales transportistas del país; cercanía al poder
No es posible ser concesionario de un servicio público en la Argentina sin entender a la perfección cómo es el poder. Menos aún recibir un cheque con varios ceros de dinero público por mes sin saber cuáles son las condiciones tácitas que se esconden detrás de los millones.

El grupo Cirigliano, concesionario de Trenes de Buenos Aires (TBA), conoce las reglas. Y claro está, las cumple.

Los hermanos Claudio y Mario Cirigliano son las cabezas de uno de los grupos de transporte más importantes de la Argentina. Son además millonarios y poderosos.

Uno, Claudio, pasa sus días más cerca de la operación. El hombre es un especialista en transporte y pasa muchas horas del día pensando negocios para su portafolio. Conoce hasta el último detalle de lo que sucede en su empresa. El otro, Mario, está más enfocado al lobby que requiere un grupo empresario que teje sus negocios en el mercado regulado.

Hijos de un transportista que tenía algunas líneas de colectivos (la 61 y la 62 que aún circulan con la denominación Plaza), a los Cirigliano se les abrió el mundo grande de los negocios en la década del 90. Nunca más lo abandonaron y aprendieron cómo mantenerse en el sector de los regulados, más allá de que los gobiernos cambiaran.

En esos años de desregulación económica, los hermanos se lanzaron a comprar otras líneas de colectivos porteños y pusieron un pie en el mundo de los trenes. Con un grupo de transportistas iniciaron la excursión en TBA.

En esos años de expansión, además, el grupo licitó y ganó un envidiable predio de varias hectáreas que queda en el límite de la Capital (en General Paz y avenida Constituyentes) donde en otras épocas se fabricaba el Tanque Argentino Mediano (TAM).

Poco antes de enfocarse en el transporte, el grupo había transpirado, y mucho, con la liquidación de una compañía, LUA Seguros. Fue el final de la excursión al mundo del seguro.

Empezó ahí la metamorfosis del grupo. Con Claudio enfocado en la operación, Mario entendió lo que era dialogar con el poder que entonces, representaba el menemismo. Con una voluntad de oro, aprendió a hablar inglés y hasta a pegarle a la pelota de golf. Empezó la época de jugar golf en la minicancha de Olivos y hasta de viajar con el presidente.

Fue justo Carlos Menem el primero en incumplir los contratos de concesión ferroviaria que unían al Estado y a las empresas. Hubo aumentos que se dispararon y que nunca se aplicaron y el sistema empezó a crujir.

Mientras los colectivos rojos de Plaza ganaban lugar en las calles porteñas, aquella estructura de cuartel militar donde antes se fabricaban tanques de guerra empezó a respirar aire ferroviario. Allí el grupo abrió Emprendimientos Ferroviarios (Emfer), un taller ferroviario que también tiene, obviamente, como principal cliente al Estado, aportante del material rodante de todas las líneas de trenes de la Argentina. Pero el menemismo se terminó y llegó la Alianza. Con la recesión, los negocios del grupo bajaron. Claudio contó alguna vez que sus empleados pintaban y cortaban el pasto del precio y que no se movía un solo fierro en esos talleres. La crisis de 2001 golpeó fuerte en la empresa.

Pero todo cambió con el advenimiento del kirchnerismo. Ricardo Jaime, el primer secretario de Transporte, los arropó en las oficinas del Ministerio de Planificación Federal. La emergencia ferroviaria que había decretado Eduardo Duhalde en 2002 había habilitado la llave de los subsidios.

Los cheques a las concesionarias de trenes empezaron a sumar ceros y con ellos se forjó una amistad entre empresarios -no sólo los Cirigliano sino también los otros concesionarios, como Ferrovías y Metrovías- y funcionarios del área.

Mario se enfocó más en el diálogo con el poder y Claudio en la operación. Apareció Tatsa, una fábrica de colectivos que también funciona en el ex predio militar. Allí se produce gran parte de las unidades que se utilizan en su flota urbana y llegó la expansión en el transporte de colectivos de larga distancia.

La cercanía con el primer kirchnerismo fue notoria. Alguna vez, en las oficinas de la General Paz resonó el teléfono. Desde la Casa Rosada le pedían al empresario que se hiciera cargo de los cerca de 700 empleados que habían quedado sin empleo luego de los sospechados vuelos de Southern Winds a Madrid con valijas llenas de droga.

Cirigliano cortó y puso manos a la obra. Creó Safe Fly, una aerolínea sin aviones -sólo emulada por la estatal Lafsa que jamás voló-, y empezó a desembolsar alrededor de dos millones de pesos por mes para mantener al día la nómina de sueldos aeronáuticos.

La relación con Jaime llevó a los hermanos Cirigliano a la tapa de los diarios varias veces. Viajes pagados por el grupo empresario al funcionario y su familia para ir a Brasil, autos comprados por ex empleados del grupo, departamentos vecinos alquilados no se sabe bien por quién y un lujoso jet privado de cuatro millones de dólares que Jaime usaba como propio fueron empañando la relación. Finalmente, Jaime se fue. Claudio y Mario Cirigliano quizá entendieron, a fuerza de sospechas, que concentrarse en negocios regulados no es lo mejor en la Argentina. Entonces se internacionalizaron y abrieron una empresa en Estados Unidos (cerca de Florida) donde instalaron una empresa de ómnibus de larga distancia.

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