sábado, 24 de marzo de 2012

La noche en que todas las madres abrazaron a sus hijos


Aquella noticia fue escalofriante, nos dejó con la sangre helada y respirando silencio por largo rato. Es que aquella mujer había asesinado a su hijo de seis años y nadie podía creerlo.
¿Fue despecho, fue venganza, que fue? ¿Fue locura?
Para una mente sana es inconcebible poderlo entender, los peritos, siquiátras y sicólogos tratan de darle una cuota de comprensión al hecho y entender a una mente despiadada haciéndola ver cómo también víctima de un despojo.

Pero; !matar al hijo¡¡ como se puede entender, si cualquiera de nosotros que somos padres, al mínimo pinchazo o mueca de dolor de alguno de nuestros hijos nos hace sentir morir.

Víctimas y victimarios, son dos palabras difíciles de conjugar cuando se trata de padres y sus hijos aunque los entendidos en la materia le saquen el jugo a la ciencia del alma, solo pienso que el pensar en sí mismos nos hace egoístas y malos. Cuando solo importo yo me vuelvo peligroso y cruel; pero cuando miro hacia fuera y veo a mis polluelos desprotegidos y frágiles dejo de ser la víctima para ser el protector y cuanto más dura y cruel sea la batalla que me toca librar, más frágiles los veo a ellos y más fuerte me siento yo para poderlos cuidar.

Una noche después de tan escalofriante oscuridad, al correr la noticia por diarios y noticieros del mundo, las madres... aquellas verdaderas, habrán apichonado a sus hijos brindándole todo el amor y calor que un infante necesita, viéndolos tan desprotegidos en este mundo, cuidándolos como leonas que cuidan a sus crías y sentirían helar su sangre ante la noticia cruel de tan infame arrebato. Donde la presa ha sido tan solo un niño en las garras de su propia madre enceguecida quien sabe porque locuras de amores y pasiones desgarradas.

Charlypol

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