sábado, 22 de diciembre de 2012

La navidad de las luces rotas


Estos días en el país han pasado cosas tristes, las personas de bien sentimos un shock colectivo, eran 21 de diciembre y mientras algunos esperaban el fin del mundo con incertidumbre, otros se preparaban para la gran cacería.

Se aproximaba la navidad en que las luces no debían brillar, claro; muchos no pensarían pasar una navidad sin pan dulce o sidra y mucho menos sin un regalo para sus hijos, ¿Que navidad sería aquella en que uno no tuviera cosas lindas? 

¡Que lejanos están los regalos! !y hay cosas que solo la pueden disfrutar quienes tienen mucho dinero! el abismo no solo parece ser generacional sino también existe otro abismo que se llama clase social.

¿Quien podría pensar en obtener las cosas así; mágicamente... estirar la mano y tomar, tomar y tomar, hasta que no den a basto las manos y comenzar a poner y llenar changuitos de supermercado, más aún si alguien ofrece una camioneta y allí se pueden acomodar cantidades indiscriminadas de cosas lindas y caras sin siquiera tener necesidad de poseer una tarjeta de crédito.

Así parecen razonar quienes salieron a tomar lo que no es suyo aquel 21 de Diciembre del año 2012 cuando el mundo parecía acabar así por que si, simplemente por que un lejano almanaque lo describe con tal exactitud que a pocos parecía importar.

La cuestión que lo más fácil es tomar las cosas que uno quiere sin ningún esfuerzo, solo un par de corridas y un par de empujones, es casi una costumbre en nuestro país que hasta es posible que en años venideros se recuerde diciembre como "el mes del saqueo" y simbólicamente algunos salgan a manotear algunas cosas prestadas. En el mundo materialista en que vivimos parece ser que no tener un LCD es cosa de pobres, ¿Como no tener un plasma para ver las generosidades presidenciales por cadena nacional en el año 2013?.

¡En este país tan generoso donde vivir bien es cosa de vivos y trabajar es cosa de tontos! Donde parece ser que todo pasa por las cosas que uno puede llegar a poseer, nada de paz, nada de amor, nada de solidaridad.
En algunos barrios todos estrenan LCD y hasta los plasmas ya parecen ser cosa corriente, las luces de los arbolitos no prenden, más bien arden en estas fiestas donde todo el vecindario parece reír de felicidad, las botellas corren de casa en casa y el despilfarro es de una inusitada generosidad. 
¿Quien dice que el dinero no es la felicidad, si al menos por un día se sacan la grande? 

Aunque allá a lo lejos se ven las luces de los arbolitos rotos, de aquellos que aquel 21 de Diciembre les ha tocado perder, sus estanterías tiradas, sus instalaciones hechas pedazos, sus ilusiones perdidas, como si un huracán les hubiese robado no solo sus años de trabajo y esfuerzos, sino también sus muchas esperanzas.

Allá a lo lejos hay un niño que llora porque no ha recibido su regalo y una mesa vacía y un corazón destrozado. Un  poco más allá un arbolito se ha caído y cuyas manos ya no lo quieren levantar, es que nadie puede comprender el silencio de lo incomprensible, ni el alboroto de las turbas cuando desatan su locura.

Es que nadie puede acallar el dolor, ni silenciar el amor.

Quizá nadie pueda volver a encender aquellas luces, ni reparar aquellas navidades rotas, muchas harán un brindis y bailarán con música robada, y a otros solo el silencio acompañaran la velada, el silencio de las turbas, ya calmadas... ya saciadas. 
    

   














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