José León Suárez es el parquetemático de la miseria, sostiene Lalo. “Vivimos sobre rellenos de desechos, tenemos la gran quema y hasta trenes descarrilados. Solo falta clavar el cartel en la autopista, Bienvenidos a Quemaikén ”.
En la planta procesadora del Ceamse en San Martín, específicamente José León Suares, cientos de jóvenes escarban todos los días cirujeando en los desechos industriales de las fábricas de lácteos frigoríficos y supermercados. Son jóvenes provenientes de la villa La "Cárcova" donde dos jóvenes murieron baleados trás el descarrilamiento de un tren.
Ernesto De la Cárcova, un artista que pintó, uno de los cuadros emblemáticos del museo argentino, "sin pan y sin trabajo" da nombre a esta villa, como una ironía de la vida, cuyos habitantes llaman Carcova, sin tilde y con acento grave. Es una villa como cualquier otra, ni más grande ni más violenta.
Lo que deprime es pensar que sean tan jóvenes los que se crían en ese mundo de residuos, que ellos asuman el hambre de sus hogares sin más recursos que una bolsa llena de desechos. Todos los días a las 16.30, decenas de jóvenes preparan sus bicicletas y carros para atravesar la villa. Deben cruzar las vías y enfilar para la autopista del Buen Ayre, hasta la curva que se adentra en el campo hacia la montaña de basura descargada por los camiones todo el día.
No es solo el gobierno responsable del hambre de esta gente, aunque gastan millones en propagandas para perpetuar a Kirchner en la memoria de los televidentes que se deleitan mirando el canal público y el futbol clausura que lleva su nombre para desagrado de muchos.
Sin embargo, todos somos responsables en mayor o menor medida, pues viviendo en la pampa húmeda, una de las llanuras más rica del mundo no debiéramos permitir que esos jóvenes se deleiten en practicar el cirujeo en este inmenso basural que suena al último escalón del trabajo humano, y lo más fácil es convertir a sus peones en una jauría ante la carroña, ellos también post humanos. Sin embargo, mirado en frío -respirando por la boca-, no hay pozo más suculento ni que ofrezca lo que en rigor es la totalidad completa de los bienes de consumo, rotos, podridos, degradados pero desplegados en toda su diversidad, en lotes ofrecidos a una grotesca cosecha. Ni hay una fuente de negocios tan cercana en el municipio de San Martín.
Ahora, es triste cuando los jovenes toman sobre sus espaldas la necesidad del hogar, porque ello es una señal de que los mayores ya bajaron los brazos ante tantas penurias de la vida, y es aún más triste en un mundo globalizado donde las diferencias sociales se hacen más nítidas y desencaja con el resto de los humanos transformando sus ansias en desechos del olvido y sus sueños en pesadillas del infierno.
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